LO IMPOSIBLE ES EL ESPACIO DE DIOS
Queridos hermanos
estamos entrando ya en el corazón de este nuevo año pastoral, pero permitidnos dar un paso atrás y recordar la celebración del IX Congreso Internacional de María Auxiliadora, que tuvo lugar en Fátima y que llevaba por título «Os daré la Maestra», en recuerdo del sueño que el pequeño Juan Bosco tuvo a los nueve años y que representa la inspiración y el inicio de toda su misión.
En Fátima nos reunimos en gran número, de todos los continentes y de diferentes lugares y países. Cada uno con su propia historia y experiencia, cada uno con su propio camino, pero todos llamados y queridos allí por María y todos unidos por sentirnos parte de ese sueño que es nuestro origen como Familia Salesiana.
Todos somos parte del Sueño y todos ciertamente vinimos a Fátima con un sueño que llevar a María, vinimos con algo que ofrecer y algo que pedirle a Ella que es Madre y Maestra. Ciertamente le confiamos todo lo que llevamos en el corazón: nuestros hijos, nuestras familias, nuestros amigos, los que sufren, los enfermos, nuestros proyectos, nuestras comunidades, ADMA y la Familia Salesiana.
Fueron días intensos de oración, ricos en alegría, profundos en contenido. Llenos de gratitud, queremos dar las gracias una vez más a María por este inmenso regalo y a todos aquellos de los que Ella se ha servido para hacer posible este Congreso. De entre los muchos y hermosos discursos y testimonios, quisiéramos mencionar dos que esperamos y deseamos puedan guiar nuestro camino y nuestras opciones.
El primero es el de Don Andrea Bozzolo que, en su comentario al Sueño, nos ha recordado cómo «mientras testimonian la fascinación de un encuentro con Dios que seduce para siempre, en el momento de la llamada, los hombres bíblicos parecen más vacilar temerosos ante algo que les supera, que lanzarse de cabeza a la aventura de la misión. La turbación que Juan experimenta en el sueño parece ser una experiencia similar. Proviene del carácter paradójico de la misión que se le asigna, que no duda en definir como «imposible» («¿Quién eres tú que me mandas lo imposible?»)... no es en el plano de las aptitudes naturales donde se juega aquí la exigencia de lo imposible, sino en el plano de lo que puede incluirse en el horizonte de la realidad, de lo que puede esperarse a partir de la propia imagen del mundo, de lo que cae dentro de los límites de la experiencia. Más allá de esta frontera, se abre la región de lo imposible, que es, sin embargo, bíblicamente, el espacio de la acción de Dios».
Recordemos de verdad que nada es imposible para el Padre, que el sueño vivirá y volverá a soñar. «Señor pídeme lo que quieras y dame lo que pidas» decía San Agustín. Así pues, valor, disponibilidad y esperanza para animar la vida de nuestros grupos, para ofrecer nuestra disponibilidad al servicio del bien de los más débiles y frágiles.
La segunda palabra fue la de Don Stefano Martoglio, que comenzó su discurso conclusivo diciendo «Tomo la palabra, después de lo que hemos escuchado y vivido, para reafirmar un acto de entrega personal e institucional, según el corazón de Don Bosco y la Fe de la Iglesia. Cerramos estos días con uno de los aspectos espirituales que Don Bosco percibió y vivió como importante a nivel personal y cualificador para su obra: la devoción mariana. Nos encomendamos a las manos maternales de María. Aquí ahora, en este lugar santo de la presencia de María; le pedimos que haga fecundo en la vida lo que aquí hemos vivido, rezado y escuchado» y continúa diciendo “la religiosidad popular es la quinta esencia, el destilado, de la experiencia de siglos que se nos trae como un don; del que debemos apropiarnos” y volviendo a recordarnos como «María es, en la vida de Don Bosco, una presencia percibida, amada, activa y estimulante, dirigido a la gran empresa de la salvación eterna y de la santidad. La siente cerca y se confía a ella, dejándose guiar y conducir por los caminos de su vocación (sueña con ella, la «ve»). Ella es una presencia operante: la que acompaña, sostiene, guía, anima; la que le ha sido dada: ‘Os daré al Maestro bajo cuya disciplina podréis llegar a ser sabios, y sin el cual toda sabiduría se convierte en necedad’».
Reafirmamos con fuerza nuestra encomienda personal y como asociación a María. A ADMA se le pide de manera especial que preserve esas formas de religiosidad popular y esa devoción sencilla pero profunda que nos hace vivir con María presente, con María en casa, con María en nuestras familias. Una presencia de María que nos recuerda Don Stefano «nos estimula a vivir conscientemente en la presencia de Dios en una tensión de totalidad: “’l pensier di Dio presente / fa” che il labbro, il cuor, la mente / di virtù seguan la via / o gran Vergine Maria. / Sac. Gio Bosco’ (oración escrita por el santo al pie de una de sus fotografías)».
Deseamos a todos un buen viaje
Don Gabriel Cruz Trejo,
SDB Animador Espiritual ADMA Valdocco.
Renato Valera,
Presidente ADMA Valdocco
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