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NAZARET. UNA FAMILIA TODA DE DIOS - Introducción

Como en el eterno misterio de Dios el Hijo se refleja en el Padre, del que todo recibe (Jn. 5, 26-27), y el Padre se refleja en el Hijo en el que se complace e invita a imitar (Mt 17,15); y como todo niño aprende a decir yo reflejándose en el tú de la madre, en la luminosidad de su sonrisa y en la ternura de su seno y de sus manos; así, toda familia puede crecer en el amor reflejándose en la Sagrada Familia, ideal concreto de toda familia. En ella se da el caso más ordinario y al mismo tiempo más extraordinario: una familia en la que habita Dios. Que prolonga el misterio de la encarnación en el que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).


En esta pequeña colección de meditaciones escritas para acompañar a las familias cristianas a vivir en el tiempo de Adviento y de Navidad, iremos juntos a Nazaret para aprender a amar como Dios quiere que se ame, para prevenir roturas y reencontrar la paz en los lazos familiares, pare regular los afectos y superar resentimientos, para crecer en la sabiduría de las cosas terrenas a la luz de las cosas del cielo: porque gracias al don de Jesús y a la acogida de María las cosas de la tierra están destinadas al cielo, y las del cielo han descendido a la tierra.


El tema me lo ha ofrecido el papa Francisco es un pasaje de la bellísima Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, dedicada a la familia. En ella se regala a toda familia el icono concreto y maravilloso de la familia de Nazaret. No es un icono abstracto e ideal, demasiado celestial y demasiado perfecto, lejos de la experiencia común. Cierto que la experiencia de José y María es singular y extraordinaria, pero representa y realiza el ideal en el que todas las familias pueden inspirarse y aspirar de modo sencillo, acogiendo a Jesús y a María en sus casas, e invocando la intercesión de María y de José en cualquier necesidad. En la casa de María se aprende a amarse con el mismo amor de Dios, y a afrontar las pruebas del amor con humildad, decisión, la paciencia y la fe de la primera “familia cristiana”.

Introduzcámonos en el misterio de Nazaret, guiados por las palabras muy concretas, luminosas y al mismo tiempo dramáticas, del Papa Francisco:


Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cfr. Mt 2,11). Como María, son exhortadas a vivir con coraje y serenidad sus desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón las maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María están también todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios (AL 30).


Como puede verse, se presenta aquí el retrato de una familia santa, porque en ella está Dios, pero se trata de una verdadera familia, porque ella vive en el mundo como toda familia; también en la Sagrada Familia, hay sueños y pesadillas, amigos y enemigos, riqueza y pobreza, tiempos de oración y tiempos de trabajo; hay una historia familiar que se desarrolla y que pesa, que es reconocida y elaborada, para ser capaces de descubrir las visitas de Dios, sus llamadas, las misiones que se les confía, las cruces que no pueden súbitamente entenderse, pero que mientras tanto tienen que llevarse.


don Roberto Carelli – SDB

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