Cuando a Don Bosco se le pedía alguna gracia solía responder:
“Si deseas conseguir gracias de la Virgen María tienes que hacer una novena” (MB IX, 289).
Esta novena, de acuerdo con Don Bosco, tendría que ser hecha “en la iglesia y con fe viva” y como un ferviente homenaje a la Sagrada Eucaristía. Las disposiciones para que la novena sea eficaz, según Don Bosco, son las siguientes:
No apoyarse en el poder de los hombres: confiar sólo en Dios.
A petición se debe basar totalmente en Jesús Sacramentado, fuente de gracia, de bondad y bendición. Se base en el poder de María que quiere Dios glorificarla en la tierra.
En todo caso, se ponga la condición del fiat voluntas tua y si es para provecho del alma de quien se pide.
Hay que rezar, durante nueve días seguidos:
3 Padres Nuestros, Avemarías y Gloria al Santísimo Sacramento con la jaculatoria: “Sea alabado y reverenciado en todo momento, el Santísimo y Divinísimo Sacramento”
3 Salves con la jaculatoria: “María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros”.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches mis humildes súplicas, oh Madre del Verbo divino, antes bien, escúchalas y acógelas benignamente. Amén
Las condiciones requeridas son:
Recibir los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía.
Dar una limosna u ofrecer el propio trabajo personal para sostener las obras de apostolado, preferentemente en favor de la juventud.
Reavivar la fe en Jesús Eucaristía y la devoción a María Auxiliadora.